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Seguramente no hayas oído hablar de qué es el biofeedback, pero sí que todos conocemos qué es un electrocardiograma o un pulsómetro. Etimológicamente el término proviene de bio (vida) y feedback (retroalimentación).

Pues bien, el biofeedback es una técnica que consiste en utilizar instrumentos de medida precisos que facilitan a la persona información de manera inmediata sobre sus cambios fisiológicos con el objetivo de que aprenda a detectarlos y controlarlos de forma voluntaria. La técnica que es relativamente sencilla, está basada en un sistema de sensores gracias a los cuales la persona es consciente en tiempo real de uno o varios indicadores fisiológicos que le van dando información del funcionamiento del cuerpo.

Descripción e historia del biofeedback

La irrupción del biofeedback en el ámbito de la psicología se dio a finales de los años 60 y permitió abrir un horizonte de múltiples posibilidades. Rompiendo con la creencia que había establecida hasta el momento de que los procesos mentales estaban separados de las funciones corporales. Desde este nuevo enfoque, se empieza a defender la idea de que cuerpo y mente conforman nuestro organismo y están íntimamente conectados. Por lo tanto, si aprendemos a actuar sobre nuestras respuestas fisiológicas ante determinadas situaciones, podremos modificar nuestro estado mental o emocional y tomar el control de nuestro comportamiento.

Con el biofeedback, la persona a través de un proceso de entrenamiento, aprende a modificar por autocontrol voluntario aquellos procesos fisiológicos que están afectando en su comportamiento. La clave y la gran ventaja de esta nueva visión respecto a otros enfoques está en que la persona así, se convierte en agente activo capaz de tomar el control sobre su propio cuerpo y en consecuencia de cómo responder ante ciertas situaciones.

Como es natural, en la práctica clínica no hay duda de que el biofeedback resulta ser una herramienta especialmente útil. Por ejemplo, para el tratamiento de trastornos psicosomáticos, en los trastornos de ansiedad o en el campo de la rehabilitación neuromuscular. Este último es, lógicamente, el campo donde se ha aplicado más y donde se ha probado más su eficacia.

Sin embargo, esta técnica no solo es aplicable en el campo clínico. Hoy en día, el biofeedback se aplica en multitud de ámbitos como el educativo, también se utiliza y es muy eficaz en el deporte, en el entorno empresarial, la robótica, la inteligencia artificial y, por supuesto también, el desarrollo personal.

Tipos de biofeedback

Antes de entrar en los tipos de biofeedback, hay que remarcar que el biofeedback aplicado a la clínica, es una técnica que se centra en problemas funcionales, no estructurales. Es decir, nos ayuda a mejorar cómo funciona nuestro organismo. Es importante esta aclaración porque si tenemos un problema respiratorio, como por ejemplo, asma, el biofeedback no cura ese trastorno, pero lo que sí hace, es ayudar a la persona a cambiar el patrón de respiración para minimizar sus efectos mejorando los síntomas de forma notable.

Existen varios tipos de biofeedback. La elección de uno u otro dependerá de los objetivos que se quieran conseguir. Vamos a ver los más utilizados:

Electromiograma (EMG)

Es uno de los más utilizados y registra información sobre el tono muscular. La tensión muscular, como sabemos, es un buen indicador de estrés. Se puede utilizar de dos formas, la primera es de forma generalizada donde el objetivo es aprender a relajar los músculos permitiendo conseguir un estado general de baja activación y así contrarrestar el estrés y la ansiedad.

Pero también se puede aplicar de forma específica para conseguir un estado de activación óptimo de ciertos grupos musculares. Este entrenamiento resulta muy eficaz para el alto rendimiento deportivo o para evitar el dolor tensional específico como ocurre, por ejemplo, en el caso de las cefaleas.

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Actividad electrodermal

La respuesta psicogalvánica (glándulas sudoríparas) de la piel también es un muy buen indicador de estrés pero su ventaja es que es un excelente indicador de estados emocionales. Cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes podemos notar la sensación de frío y humedad en las manos pero también ante situaciones que nos emocionan nuestra piel reacciona. Como por ejemplo cuando se nos pone la «piel de gallina”.

Es por este motivo que esta técnica es un excelente marcador objetivo de los estados de activación de la persona, convirtiéndola en un feedback muy efectivo a la hora de entrenar la relajación.

Respiración y frecuencia cardíaca

La ansiedad provoca que la respiración sea rápida, irregular y superficial provocando el incremento del ritmo cardíaco. Es por este motivo que, en muchas ocasiones, se miden las dos variables a la vez y observar así, la coherencia o relación entre respiración y sistema cardíaco. Al entrenar a la persona a reducir el número de respiraciones por minuto, logrará reducir el nivel de activación y por tanto, también conseguirá entrar en calma reduciendo el estrés y la ansiedad.

Temperatura periférica

Si te has fijado, ante situaciones de tensión o cuando estamos nerviosos podemos notar una sensación de frío en las manos y los pies. En los casos más extremos, como por ejemplo, en la enfermedad de Raynaud, las áreas afectadas se vuelven blancas o azules. El entrenamiento con este tipo de biofeedback consiste en aprender a incrementar la temperatura de estas zonas.

EEG neurofeedback

El neurofeedback

El neurofeedback o EEG es un tipo de biofeedback que lo que hace es medir la actividad eléctrica cerebral. Muestra las ondas cerebrales proporcionando información sobre la actividad y el estado cerebral a tiempo real.

Podemos decir que el neurofeedback igual que los otros sistemas de biofeedback entra en el bucle cuerpo-mente. Pero, en vez de hacerlo a través del cuerpo, lo hace a través del sistema nervioso central (SNC). Enseñando a la gente a cambiar los ritmos y patrones disfuncionales de sus cerebros.

Para ello emplea sensores situados en áreas específicas del cuero cabelludo que se corresponden con partes específicas del cerebro para dar información sobre su funcionamiento. 

Biofeedback y estrés

Antes de ver cómo el biofeedback es una solución realmente efectiva para el estrés vamos a revisar unos cuantos datos que a lo mejor no conoces y donde es necesario poner el foco:

  • ¿Sabías que un 84% de la población española sufre estrés siendo esta tendencia más elevada en las mujeres (87%) que en los hombres (81%)? ¿Y que casi la mitad de la población española no duerme lo suficiente?
  • El estrés laboral es el segundo problema de salud relacionado con el trabajo más frecuente en Europa, después de los trastornos músculo-esqueléticos que, por cierto, también están relacionados con el estrés.
  • En España un 20% de la población (casi 2 de cada 10 personas adultas) ha sufrido algún tipo de trastorno de ansiedad.
  • El control del estrés disminuye el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral hasta un 80%.

Como hemos visto, el biofeedback nos permite ver cómo reaccionamos ante el estrés. Una vez aprendemos a identificar las respuestas de nuestro cuerpo ante el estrés, practicar con los instrumentos de biofeedback para controlarlas, se convierte en algo relativamente rápido y sencillo, además de ameno. El objetivo final es llegar a automatizar esas respuestas aprendidas con los instrumentos de biofeedback para aplicarlas luego, en nuestro día a día, de forma autónoma e inconsciente.

Así, con el entrenamiento adecuado se consigue aprender a controlar la tensión muscular, la respiración, la sensación de fatiga, la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal basal y periférica (manos y pies), también mejorar problemas de piel que como hemos visto están muy relacionados con los estados emocionales, dolores de cabeza, etc.

Pero no solo esto, también se consigue mejorar el equilibrio emocional, aumentar la autoestima, controlar los pensamientos negativos y repetitivos, también controlar la irritabilidad y la agresividad, mejorar el autoconocimiento, superar la apatía y la falta de ilusión y aumentar la concentración.