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El funcionamiento del cerebro tiene la asombrosa capacidad de desvelarnos mucho sobre cómo pensamos, sentimos y nos comportamos. Al fin y al cabo, todo lo filtra. Y no solo eso: también todo lo interpreta. Tanto las señales del exterior como las del interior (dolor, alegría, euforia, etc.) están siempre mediadas por el cerebro. Por todo esto, tener unos conocimientos básicos sobre cómo funciona nuestro cerebro es esencial para conocer en mayor profundidad cómo funciona la salud mental. ¿Te lo explicamos?

El funcionamiento del cerebro: el motor de nuestro cuerpo y comportamiento

El cerebro es el que realmente dirige nuestro cuerpo y nuestras acciones. Las funciones motoras, el lenguaje, las funciones cognitivas y emocionales dependen de su funcionamiento. Esto se traduce, por ejemplo, en que no vemos con los ojos ni oímos con los oídos, sino que lo que se produce en realidad, es que los estímulos que nos llegan a través de los sentidos se integran y son procesados por nuestro cerebro para poder interpretar, comprender y adaptarnos eficazmente a nuestro entorno.

El cerebro es un órgano tremendamente complejo y todavía hay muchos aspectos de él que no conocemos ni entendemos. Nuestro objetivo aquí, es dar a conocer algunos aspectos sobre su funcionamiento que, aunque son muy generales y básicos, nos pueden ayudar a entender como éste, influye en nuestro comportamiento.

¿Cómo están organizadas las neuronas?

Lo primero que debemos saber es que el cerebro está formado por millones de neuronas interconectadas en forma de redes de comunicación. Y son, precisamente estas redes de comunicación, el objeto principal de estudio de la neurociencia y la neuropsicología.

En numerosas ocasiones se ha comparado el funcionamiento del cerebro con el de los ordenadores, sin embargo, esta comparación no es del todo exacta. A diferencia del funcionamiento de un ordenador, en el cerebro no existe un código de programación preestablecido que conforma su estructura. Por el contrario, más bien son los procesos que se llevan a cabo dentro del mismo los que lo van modificando materialmente. Dicho de otro modo, si bien la interpretación de lo que nos ocurre se establece en nuestro cerebro como un código, este código solo es comprensible para nosotros. Es personal.

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La plasticidad del cerebro

Teniendo en cuenta y en relación a lo explicado anteriormente, llegamos a la conclusión de que el cerebro está en un proceso de cambio permanente. Esto significa que absolutamente todo lo que percibimos y todo lo que hacemos va dejando una huella en nuestro cerebro más o menos intensa. Y, a su vez, esta huella determinará, en cierto modo, cómo se establecerán las siguientes. Esta capacidad que tiene el cerebro de cambiar constantemente se llama plasticidad.

Las experiencias y el aprendizaje van modificando nuestro cerebro generando nuevas neuronas y formando nuevas conexiones entre ellas. Además, el cerebro es capaz de realizar todos estos cambios a lo largo de toda la vida del individuo. Por estos motivos es tan importante mantener la mente activa y realizar actividades estimulantes para nuestro cerebro como aprender idiomas, algún instrumento musical, deporte o nuevas disciplinas. Todas estas actividades protegen nuestro cerebro independientemente de la edad.

Es un error pensar que la edad es sinónimo de demencia. Si bien la edad supone, ciertamente, un factor de riesgo en las demencias, en el origen de estos trastornos intervienen múltiples factores.

Finalmente, esta enorme capacidad plástica de nuestro cerebro también se ha podido demostrar al comprobar cómo lesiones provocadas en alguna de sus áreas, ya sea por algún accidente o por algún otro tipo de trauma, causando lógicamente, importantes limitaciones en sus funciones, otras áreas se organizan para asumir y compensar dichas funciones.

¿Qué es lo más importante para el cerebro?

Otra característica singular del cerebro es que su función principal es detectar amenazas y lograr la supervivencia. Este motivo es el responsable de que su tendencia natural sea prestar atención hacia lo negativo y de que las malas experiencias tengan más poder que las buenas.

Es una función esencialmente adaptativa. De hecho, a nivel fisiológico, diferentes investigaciones han demostrado que los estímulos negativos producen una mayor actividad neuronal que los positivos. Así, es fácil entender por qué nos cuesta tanto alcanzar el bienestar. Es nuestra responsabilidad encontrar y poner en valor aquellas emociones y experiencias agradables que nos permitan alcanzar el bienestar.

Este principio de supervivencia, sin duda, condiciona al cerebro a la hora de decidir qué información debe de seleccionar y qué información debe de ignorar. En este proceso de selección, la atención juega un papel determinante.

Sin embargo y como todos sabemos, la atención es limitada. El cerebro no tiene la capacidad de procesar absolutamente toda la información que le llega a través de los sentidos. Así que, para poder dar sentido a su entorno, toda aquella información que queda fuera de su alcance y que, por tanto, no puede procesar, el cerebro se la inventa. Es decir, el cerebro rellena todos aquellos vacíos o huecos de información para facilitarnos la adaptación al entorno.

Esta habilidad la podemos comprobar fácilmente, por ejemplo, cuando se nos presenta visualmente una figura inacabada o con los elementos que la componen desordenados. Inmediatamente, nuestro cerebro se pone en funcionamiento para poder reconocerlo como el objeto acabado.

Esta forma de actuar basada en el principio de supervivencia es interesante porque, si bien por un lado y, como hemos visto, resulta esencial a la hora de afrontar determinados peligros (incluso antes de que éstos aparezcan) por otro, es la responsable de que, en ciertos momentos, tengamos serias dificultades en ver las posibles alternativas para solucionar un problema.

Lo emocional y lo racional van de la mano

Mediante técnicas de resonancia magnética funcional, los investigadores han observado cómo se activa la amígdala (estructura encargada del procesamiento de las emociones en el cerebro) cuando la persona está sintiendo una emoción y cómo, en el caso de que la persona esté razonando, es la corteza prefrontal la que predomina. Y también se ha comprobado que cuando la parte emocional del cerebro y la racional se desconectan funcionalmente, el comportamiento predominante es el emocional, perdiendo la razón su capacidad para controlar la conducta.

Todo esto podría llevarnos a pensar que tenemos como “dos mentes” dentro del cerebro. Sin embargo, no es exactamente así. Lo que ocurre, en la mayoría de las ocasiones, es que cuando una emoción nos llega, momentos más tarde nuestra corteza prefrontal evalúa y analiza todas las reacciones posibles en términos de riesgo-beneficio y, en base a este balance, elige entre todas ellas, una.

Solo de forma excepcional, cuando el cerebro interpreta que la situación representa un peligro real para la supervivencia, la amígdala se dispara sin entrar en juego la corteza prefrontal y actúa.

Esta perspectiva nos aporta otra forma de entender y ver el cerebro. Ahora podemos, incluso, pasar a entenderlo como el detonante más claro sobre nuestros estados de ánimo y sobre buena parte de nuestro comportamiento.

funcionamiento cerebral

Usa el cerebro para mejorar tu rendimiento personal

Conocer el funcionamiento del cerebro te puede llevar a un nuevo estadio, a un progreso en tu desarrollo intelectual y espiritual. Saber, por ejemplo, cómo reacciona tu cerebro ante el miedo o cómo se enfrenta a los retos, te puede ayudar a controlar tus impulsos y emociones y a saber qué conductas asumir para seguir avanzando.

En el ámbito del coaching tratamos de apoyarnos siempre en la evidencia científica para conseguir cambios en nuestros usuarios. Y el cerebro es uno de los principales puntos de estudio para entender por qué actuamos de una manera y para predecir cómo mejorar esa forma de enfrentarse a las cosas.

La superación personal, por lo tanto, también depende y empieza con el conocimiento de nosotros mismos. Y, en este sentido, saber cómo funciona nuestro cerebro resulta esencial para el autoconocimiento. En efecto, saber definir y predecir los indicadores y las reacciones que éstos provocan es como podremos modificar nuestra conducta y superar nuestras aspiraciones.

De ahí que, si quieres conseguir un mayor y mejor rendimiento personal y lograr más de ti mismo, lo primero será conocerte y comprenderte en profundidad. Concretamente, puedes empezar por conocer cómo funciona el órgano más importante de tu cuerpo, el cerebro.

En definitiva, el funcionamiento del cerebro se ha puesto en el punto de mira como un recurso imprescindible para comprender la salud mental. Además, desde otras disciplinas, como el coaching, tenemos el mismo interés en estos estudios, ya que así es como podemos garantizar mejor el crecimiento y desarrollo personales.