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¿Qué hago con mi vida cuando siento que no sirvo para nada? Esta es una pregunta recurrente cuando las personas se plantean realizar un cambio de rumbo profesional o personal en un momento determinado de sus vidas. El sentimiento o la percepción de que no disponemos de recursos suficientes para afrontar nuevos retos y de que todo lo que se hace está mal, puede llegar a ser bastante frustrante.

Además, dependiendo de la información que recibimos desde afuera, este sentimiento se puede acrecentar. A continuación, hablaremos con más profundidad de cómo puedes afrontar estas situaciones.

¿Qué hago con mi vida?

Cuando te sientes feliz y a gusto contigo mismo, parece que tu vida fluye mejor. Tus relaciones son armoniosas y encuentras que la vida tiene un sentido y vale la pena vivirla.

No obstante, en determinados momentos, y debido a diversos factores, este sentimiento puede cambiar. Vivencias del pasado y rasgos personales, influyen, sin duda, en ello. Y así como hay personas que viven estos momentos como algo natural dentro del proceso de constante aprendizaje que es vivir, otras personas sienten que no tienen la capacidad para afrontar estos cambios tan importantes en sus vidas y les afecta negativamente.

En estos casos, la mente les bombardea con mensajes del tipo «no sirvo para nada» y se preguntan «¿qué hago con mi vida?». Lo más complejo de esta situación es que, cuando se presenta, puede que no sepas cómo afrontarla. En estas situaciones, la vida puede volverse realmente compleja.

Indicadores a los que debemos prestar atención

Poner el foco más en los problemas y las amenazas que en las soluciones y oportunidades o recordar mejor los hechos traumáticos que los momentos agradables tiene una explicación evolutiva y neurológica. Hemos de saber que el cerebro está programado para la supervivencia y, en consecuencia, registra una mayor actividad eléctrica ante eventos negativos que ante experiencias placenteras.

Investigaciones realizadas en el año 2000 en la Universidad de Pensilvania concluyen que esta forma de funcionar del cerebro, en la vida actual, ha pasado a convertirse en un “sesgo de negatividad “debido a que disponemos de un entramado cerebral hipersensible que hace que veamos riesgos donde en realidad no los hay. Para hacernos una idea de lo que todo esto supone desde el punto de vista fisiológico, debemos de citar al neuropsicólogo Rick Hanson, de la Universidad de California, quien afirma que la amígdala (estructura cerebral encargada de regular las emociones) utiliza cerca de dos tercios de neuronas en detectar posibles peligros para almacenar, seguidamente, toda esta información en la memoria a largo plazo. Así pues, vemos que nuestro cerebro usa gran parte de su energía en procesar experiencias negativas.

Son varios los sesgos de negatividad que pueden llevarnos a desarrollar el sentimiento de «no sirvo para nada» y a preguntarnos «qué hago con mi vida» y minar nuestra autoestima. Es importante detectarlos y tomar cartas en el asunto. De este modo, cuidado con:

Tener una actitud negativa y pesimista de forma generalizada

Ves siempre el vaso medio vacío. No confías en tus posibilidades de éxito. En cambio, piensas que los demás tienen suerte y que son perfectos.

Exagerar las dificultades

No ser consciente o no poner en valor las propias fortalezas, centrándote más en los obstáculos que en las posibles soluciones y tu capacidad de superarlos.

Sentir envidia

Ver los logros de los demás como fracasos propios. Pensar que lo único que hace el éxito de otra gente es recordarte tus propias carencias.

Vivir a la sombra de los demás

Estés donde estés, pensar que siempre hay alguien que te eclipsa por diferentes motivos. Esto te hace empequeñecer cada vez más.

Querer agradar a los demás de manera excesiva

Necesitar que los demás te aprueben para poderte afirmar como persona. Es decir, valorarte en función de lo que te digan los demás.

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¿Cómo afrontar el sentimiento de que no sirvo para nada?

Potenciar la autoestima es la clave para mantener a raya los sesgos de negatividad, creando así, la activación de nuevas rutas neuronales más funcionales que nos generen bienestar. Para poder recuperar la confianza en uno mismo, hay una serie de pasos que te pueden ayudar. A continuación, te detallamos algunos de los más destacados.

Marcarte objetivos realistas

Tal vez te sientes inútil porque te has marcado unos objetivos por encima de tus posibilidades. Por ejemplo, si quieres perder peso, un objetivo muy poco realista es proponerte perder 10 kilos en un mes.

Conforme te marcas objetivos que están fuera de tus posibilidades, la probabilidad de conseguirlos disminuye. Y lo peor de todo es que tiene efecto acumulativo. Es decir, conforme menos los consigues, más pierdes la confianza en tus posibilidades para alcanzarlos.

Empieza con pequeños pasos y, sobre todo, evita la búsqueda de la perfección. Ve paso a paso y disfruta del camino. Piensa que lo importante no es el resultado final, sino los cambios que vas consiguiendo durante el proceso.

Evita compararte con otras personas

Vivimos en una sociedad en la que constantemente nos estamos comparando, a nivel físico, a nivel económico, de posición social, con los demás.

Lo único que logra esto es decepcionarnos continuamente. Debes mentalizarte de que siempre habrá alguien que será mejor que tú en algún aspecto y del mismo modo, tú eres una persona muy válida en otros.

En caso de hacer alguna comparación, hazla contigo mismo en relación al tiempo. Verás, como cada vez te aceptas más y tu autoestima aumenta significativamente.

Céntrate en tus puntos fuertes

Haz una lista de todas aquellas cualidades o fortalezas personales que te representan. Puedes pedir a amigos y familiares que te ayuden. Es importante poner en valor y ser consciente de todas aquellas fortalezas personales que conforman nuestra personalidad porque son, precisamente ellas, las que nos ayudan a salir de las situaciones desfavorables. Además, piensa que, como son naturales, no tenemos que esforzarnos para ponerlas a trabajar. Lo único que debemos de hacer es, reconocerlas y valorarlas.

Aléjate de las relaciones tóxicas

Cuida tus relaciones. Hay personas que proyectan en los demás sus frustraciones. De hecho, se sienten mejor cuando hacen sentir pequeños a los demás. Hablamos, ¿cómo no? de las relaciones con personas tóxicas.

Puedes hablar abiertamente con la persona y decirle que sus comentarios y su comportamiento te hacen sentir mal. Puede ser que la persona te pida disculpas y cambie la actitud o bien no lo haga. En este último caso, valora si de verdad vale la pena tener alguien así a tu lado y toma distancia.

qué hacer en la vida

Recupera el rumbo de tu vida

Siguiendo estos pasos, verás cómo vas recuperando tu confianza y tu vida se vuelve mucho más plena. No obstante, puede ser que el pensamiento de que «no sirvo para nada» u otros pensamientos del estilo no desaparezcan del todo.

Si sientes que tú solo no puedes, puedes acudir a profesionales que te ayuden a retomar tu rumbo. El saber «hacia donde quiero dirigir mi vida» es muy importante y, con ayuda de profesionales, seguro que avanzarás más rápido. Te sentirás más feliz y tu vida será más satisfactoria.