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Etimológicamente la palabra resiliencia proviene del verbo en latín resilire que significa saltar hacia atrás, retroceder o rebotar. No obstante, el origen del término lo encontramos dentro del campo de la física refiriéndose a la capacidad que tiene un sistema para regresar a su estado inicial cuando la perturbación a la que ha estado sometido previamente cesa.

Actualmente podemos encontrar fácilmente cómo este concepto se aplica en diferentes contextos como, por ejemplo, la ingeniería o la ecología.

En el ámbito de la psicología, se entiende como conducta resiliente la capacidad de las personas para hacer frente a los problemas, superar los obstáculos y no ceder a la presión independientemente de la situación.

Es importante destacar que todos podemos aprender a ser resilientes y que son numerosos los casos en los que una persona se queda perpleja al descubrir cómo ha superado una situación límite de la cual en un principio no se veía capaz de poder afrontar.

¿Cómo desarrollar resiliencia?

Ante situaciones difíciles hay múltiples factores de la realidad que no dependen directamente de nosotros, que escapan de nuestro control y, por lo tanto, querer abordarlos o enfrentarlos no va a resolver la situación y solo va a generarnos un mayor malestar y frustración.

Sin embargo, que haya factores que estén fuera de nuestro control ¿significa que no podamos hacer nada al respecto y que nos abandonemos a nuestra suerte? Ciertamente no, y precisamente en esto consiste la resiliencia.

Un estudio realizado en 2008 por Galli y Vealey mostró cómo la fortaleza mental de la que gozan los deportistas de élite les permite resistir y recuperarse más rápidamente de situaciones estresantes en las que otras personas generalmente se hunden.

El estudio se llevó a cabo mediante entrevistas con diferentes deportistas donde éstos abordaban situaciones adversas que, en algún momento de sus carreras, tuvieron que superar en sus respectivos deportes (lesiones, transiciones de categorías, dificultades relacionadas con su rendimiento, etc.). Estos investigadores establecieron un modelo sobre las cualidades que destacan en un perfil resiliente, entre las que sobresalieron: actitud positiva, madurez, competitividad, compromiso y una fuerte determinación.

Por otro lado, también se constató que el optimismo influye en la recuperación ante eventos estresantes y que la activación fisiológica a la que están sometidos los deportistas asociada a la práctica de una actividad física constante, les ayuda a afrontar la presión psicológica mejor que las personas sedentarias (Kerr, Au y Lindner, 2005).

Sin embargo, no es necesario ser un deportista de élite para desarrollar la resiliencia y superar con éxito las dificultades y problemas que se van presentando a lo largo de nuestra vida.

¿Qué podemos hacer para potenciar la resiliencia? Veamos algunas pautas sencillas que puedes aplicar en tu día a día.

Divide la situación problema en partes

Esto significa no querer abarcar toda la situación problema de una vez. Separa los diferentes factores que están influyendo en ella y abórdalos uno a uno. No importa por cual empieces, a medida que vayas avanzando y solucionando cada uno, comprobarás cómo los demás factores también se van reposicionando. Esta técnica es la que utilizan, por ejemplo, los entrenadores cuando dicen aquello de “partido a partido” o “juego a juego”.

Practica tu resiliencia y deja tus miedos atrás

En Cresenzia encontrarás un psicólogo dispuesto a ayudarte en todo momento. ¡Te esperamos!

Observa todas las alternativas posibles

¿Cómo observar las múltiples posibilidades que existen en la realidad? Elabora una lista con diferentes alternativas de acción ante una determinada situación. Se trata de abrir el foco de atención a diferentes posibilidades, cuantas más, mejor. Ante los problemas, la atención tiende focalizarse solo en dicho problema (pensamiento o visión en túnel) generando pensamientos recurrentes en forma de bucle. Y, como consecuencia, esto provoca un aumento significativo del estrés. Por lo tanto, se trata romper esta dinámica. Abriendo el foco atencional se generan nuevos pensamientos que permiten poder analizar la situación desde diferentes perspectivas y relativizar el impacto emocional.

Utiliza tu experiencia

Incluso cuando vives una situación que no has atravesado nunca, no partes desde cero para superarla. Cuentas con el aprendizaje de tu experiencia previa que te ha dado tantas lecciones vitales. Recuerda, por ejemplo, aquel reto que creíste que no ibas a superar y pon en valor y perspectiva ese momento desde tu realidad actual.

Además, las reflexiones y experiencias que otros amigos y familiares comparten contigo son muy valiosas. El testimonio de superación de otra persona te permite ampliar de algún modo tu propia experiencia.

Acepta los límites, ya que existen en la realidad, pero observa también, todo aquello que puedes hacer al respecto.

qué es la resiliencia

Haz planes que te ilusionen cada día de tu vida

La tristeza, las dificultades, la incertidumbre y los objetivos no cumplidos forman parte de la vida. Pero incluso en un periodo complejo, tienes la capacidad de planificar momentos agradables. Las situaciones más sencillas pueden aportar un instante de calma a tu rutina diaria. Cultiva una afición, disfruta de una nueva serie, redecora el salón de tu casa, pasea en bicicleta, participa en un taller de lectura, escucha música clásica o escribe un diario personal.

Esta es una lluvia de ideas que puedes utilizar como ejemplo para crear tu propia lista de opciones. Cada día, haz cosas que te gusten, no pospongas esos objetivos para el futuro. Las distracciones son esenciales para no poner el foco constantemente en un mismo asunto. No por pensar más en ese tema resolverás antes esa cuestión.

Crea una rutina diaria para aumentar tu resiliencia

La incertidumbre crece cuando te centras de forma recurrente en aquello que desconoces. Una rutina diaria en momentos de crisis te ofrece la agradable sensación de un hogar, en definitiva, de seguridad. Los hábitos son previsibles y como conoces hasta sus detalles más importantes generan tranquilidad en estos momentos de cambio.

Sabes a qué hora te levantarás al día siguiente y qué harás durante la mañana. Esta experiencia resulta positiva porque aporta orden a tu día a día.​ ¿Por qué es tan esencial que te organices? Para vivir más el presente porque en los momentos difíciles, donde parece que todo está fuera de control, las rutinas se convierten en el motor para seguir hacia adelante en nuestro objetivo.

 

Cultiva tu capacidad de resiliencia. Disfruta de la vida junto a aquellos que te rodean y siente el efecto positivo de la presencia cercana de alguien o de una mirada amable y también comparte instantes de calidad contigo mismo.