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La inteligencia emocional resulta un factor de vital importancia para conseguir un alto rendimiento emocional y, en consecuencia, intelectual.

Pensamos en el intelecto como sinónimo de mejor rendimiento profesional, pero no es realmente cierto. Por ello, en una organización de trabajo pueden existir personas con un alto nivel profesional, pero que no sean necesariamente las que desplieguen el mayor rendimiento.

¿Qué es la inteligencia emocional exactamente?

La inteligencia emocional o IE, te ayuda a entender cómo puedes influir de manera inteligente sobre tus emociones. Se trata de poder interpretar tanto tus estados emocionales como el de los demás. Así pues, este aspecto de la psicología humana resulta fundamental en nuestro modo de socializar y de adaptarnos a un medio en concreto.

El término inteligencia emocional se atribuye normalmente a Wayne Payne que profundizó en él en su tesis doctoral Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional en 1985. De todos modos, se tiene constancia de su uso por varios autores, incluso décadas antes. Pero realmente el término se hizo verdaderamente popular gracias a Daniel Goleman que escribió Inteligencia Emocional en 1995 y ha sido el autor que más difusión ha realizado de él.

En principio, se nos ha inculcado la creencia de que un alto CI (coeficiente intelectual) es un indicador correcto para saber si se triunfará en la vida o no. Más tarde, diversos investigadores y organizaciones detectaron que las habilidades y capacidades necesarias para tener éxito iban más allá del Coeficiente Intelectual. Es más, afirmaron que estas habilidades no podían evaluarse de manera fácil a través de los test de inteligencia.

En definitiva, es necesario tener un concepto más amplio de las habilidades cognitivas básicas. Hablamos de la inteligencia emocional. Este punto queda reflejado en algunas teorías básicas de la inteligencia. Podemos hablarte, por ejemplo, de la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner o de la Inteligencia fluida y cristalizada de Raymond Cattell.

El papel de las emociones en nuestro día a día

No somos del todo conscientes de que las emociones juegan un papel muy importante en cada una de nuestras decisiones. La mayoría de ellas son influenciadas en mayor o menor grado por nuestra inteligencia emocional. Queremos destacar la existencia de personas con un dominio mayor de su parte emocional. También resulta curiosa una baja correlación entre la inteligencia analítica y la inteligencia emocional.

Como ejemplo, podemos citar el caso del típico estudiante empollón. Es capaz de memorizar hasta los puntos y comas de un texto. Sin embargo, carece de una vida sentimental y emocional. Y, al contrario, podemos encontrar individuos con una vida sentimental exitosa y unas capacidades intelectuales ciertamente limitadas.

Estos ejemplos tan extremos nos indican la necesidad de prestar más atención a nuestras habilidades emocionales. Al fin y al cabo, son las que marcan nuestra felicidad, tanto o incluso más que la alta puntuación en un test de inteligencia.

rendimiento emocional

Elementos para mejorar la inteligencia y rendimiento personal

En primer lugar, hay que resaltar el hecho de que para un correcto desarrollo de tu parte emocional es necesario combinar distintos comportamientos. Para ello, destacaremos cinco habilidades clasificadas bajo dos competencias. Se trata de la competencia personal y la competencia social.

Competencia personal

El desarrollo de estas habilidades nos hace tomar consciencia de nuestras emociones y gestionarlas de una forma saludable. Entre ellas encontramos el autoconocimiento. Mejorando este aspecto, manejarás mucho mejor tus debilidades y fortalezas. También aprenderás a tratar mejor con los demás.

Por otra parte, la autorregulación puede ser un aspecto complicado para muchas personas. Expresar los sentimientos de forma asertiva no es nada fácil. Y es que mediante la asertividad conseguimos expresar nuestras opiniones y sentimientos de forma sincera, pero sin perjudicar ni ofender a los demás.

Si hablamos de la motivación, podemos afirmar que las personas de alto rendimiento emocional se automotivan. Adoptan este comportamiento más por satisfacción personal que por conseguir cierto estatus o dinero. Además, suelen ser muy optimistas y más propensas a superar las adversidades de la vida.

Competencia social

A través de la consciencia social eres capaz de captar con detalle las emociones de tus semejantes y entender qué es lo que realmente sucede. Ello te llevará a una mejora en tus relaciones interpersonales y a un desarrollo de la empatía.

La empatía te permite «ponerte en los zapatos de alguien». Es decir, te atreves a experimentar las emociones de otras personas. Comprendes sus motivaciones para hacer algo y tienes consideración hacia los sentimientos ajenos. Ser empático te permite conectar socialmente con los demás.

Por otra parte, el respeto y la tolerancia, aunque no se compartan las mismas ideas y emociones, son de gran importancia. Estamos hablando de las habilidades personales que te permitirán hacer un uso de las relaciones personales con los demás en pro de lograr tus propios objetivos personales.

En definitiva, la inteligencia emocional se beneficia de un elemento que resulta imprescindible en el comportamiento humano, pero distinto del intelecto. Llegamos a la conclusión de que la IE se establece observando cómo se actúa en unas determinadas condiciones y de qué manera esto nos lleva a beneficiarnos. Por ello, desarrollarla para alcanzar un alto rendimiento puede cobrar gran importancia para ti.